Todas las partes de la planta son venenosas, pero se le atribuyen virtudes terapéuticas verdaderamente
prodigiosas contra los callos y verrugas, pero es muy
venenoso. Por esta razón no es aconsejable la preparación de
infusiones y decocciones, cuya prescripción debe dejarse exclusivamente
al médico.
Con las hojas frescas del aro, bien machacadas en un almirez, se
prepara una especie de puré que se tiene por maravilloso
cuando se trata de activar la cicatrización. Las raíces son comestibles si se pelan y se dejan en remojo con agua, varios días antes de cocerlas al horno.
En infusión o cataplasma puede emplearse en catarros, como expectorante; las hojas frescas para las quemaduras, incluso los rizomas para los callos.
Pero no hay que tomar esta planta más que a dosis rigurosamente
prescritas, debido a su alta toxicidad. Debido al grave riesgo que
entraña esta planta sólo se usará bajo estricto control médico.
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